El objetivo de las empresas del siglo XXI es desarrollar clientes promotores para que se conviertan en multiplicadores de contenido e información a largo plazo y, para lograrlo, la empresa debe identificar y estudiar a su consumidor; desarrollando una mejor experiencia con la marca, sus productos y servicios. Es por esto, que la estrategia empresarial es outside-in, es decir, el desarrollo de estrategias comerciales enfocadas al entendimiento del cliente con el propósito de suplir sus necesidades reales y descubrir nuevas oportunidades de negocio.

Así mismo, es importante comprender cómo funciona el cerebro del consumidor y cómo éste se adapta respondiendo a diferentes estímulos, con el fin de aplicarlo a la generación de estrategias de mercadeo y ventas con un enfoque innovador y haciendo uso de las neurociencias aplicadas al marketing.